Suelo volver a casa cuando estoy en Sevilla en taxi. Aquí no hay metro, aqui no hay nitbus, aqui no hay nada. Pero hay taxis.
A veces me gusta subirme y que me cuente su vida el taxista. A veces me duele tanto la cabeza que solo deseo que se le quede la lengua atrapada con el volante y se la arranque de cuajo. Pero hoy…ha sido distinto.
Me he retirado de donde andabamos tomando algo, una copilla, no mucho mas, y me he venido a casa directamente. Cogí un taxi donde siempre y el conductor era un chaval jovencito. 25 años, me dijo después.
Se quedó un rato en la puerta del taxi sin entrar, mirando a otros compañeros suyos que estaban en la fila para recoger clientes, ya que se habian acercado dos tiparracos y tenía miedo de que se le metieran a un compañero en el coche. Un dos contra uno a altas horas de la noche es muy imprevisible…o no. Mejor no arriesgarse, dice.
Se sube, le digo a dónde ir y comienza a contarme que está todo muy mal. Que cuando hay crisis, los rateros salen y hacen honor a su nombre apareciendo y actuando como tal animal. Que esto es insostenible, hasta dónde vamos a llegar. Y que el problema radica también en esos jóvenes descerebrados que son todos unos balas perdidas sin ideales, sin un futuro definido, sin algo o alguien por lo que luchar de verdad. Y por eso se pierden. También hablamos de inmigración, del trabajo que pocos españoles hacen ya porque nos hemos vuelto unos «señoritos». Y tiene razón, el jodío.
Hablando, con el taxímetro corriendo de tres en tres céntimos, me acaba contando que tiene 25 años, y una cría pequeñita de 4. Ese chico con mi edad ya era padre. Ha trabajado desde los 16, se ha sacado dos módulos y ahora vive del taxi, con su mujer asustada toda la noche porque no le rebanen el pescuezo como si fuera un cerdo en las fiestas de un pueblo castellano. Me pregunta:
-¿Tú eres de aquí?
-Bueno, cada vez menos.
-¿Cómo?
-Soy de aquí, pero vivo lejos.
-¿Estabas harto de esto, no?
-No realmente…cuando faltan las opciones hay que ir a buscarlas a algún sitio y yo tuve una oportunidad perfecta y no podía ´desaprovecharla. La única pena que tengo es que mi familia, mi madre, mi padre, mi hermano mayor, mis hermanas chicas, mis amigos…todos estan aquí.
-Pues…si yo echo de menos a mi familia cuando me subo al taxi, tú…
Seguimos hablando acerca de esos jóvenes «señoritos» que encuentran empleos de 1.200 euros al mes en un taller de coches, 8 horas al día, 5 o 6 días a la semana y que los rechazan «porque es poco para ellos». Poco, 200.000 pesetas. Me cago en lo que dijimos. Lo quieren todo hecho y lo quieren ya.
Yo he nacido con ellos realmente, en una época en la que con mas o menos carencias hemos -al menos yo- tenido de todo, hemos vivido tranquilos, sin esa dictadura que afectó a nuestros padres, sin ese miedo al qué va a pasar, al que dirán… Vivimos cómodos y yo el primero, sinceramente. Mis padres, y sobre todo mi madre, me ha dado prácticamente todo lo que he necesitado, pero si cumplía con mis obligaciones: los estudios. Y así se lo dije al chico.
El chico me contesta:
-Pues chico, felicidades por tener esa mentalidad. Falta gente como tú que tire del resto. ¿Qué estudias?
-Fisioterapia y espero licenciarme con Neurología bien aprendida.
-Pues tío, dale duro. Y te doy un consejo que aunque tengamos la misma edad casi, tenemos vidas diferentes y puedo decírtelo tranquilo: agradece a tus padres todo lo que puedas lo que han hecho y hacen por tí porque un día igual no puedes hacerlo y te arrepientes de no haberlo hecho antes, y lucha todo lo que puedas por ser una persona buena, justa, honesta, y por labrarte un futuro, el que sea pero que sea tuyo, que para ellos es el mejor mérito que se pueden poner por haberte criado.
…
-¿Cuánto es?
…
Uffffff a veces la realidad es tan diferente de como nos gustaría… Acabo de llegar de una inauguración de una discoteca aquí, por supuesto, como soy «el dueño de…..» estoy invitado, como si tener algo significara «ser alguien». Ni siquiera saben cómo me llamo, pero les basta con saber que soy empresario.Ante lo que se supone que es un sitio para gente «con clase», he tenido que rechazar, siempre claro con una gran sonrisa, continuamente proposiciones de todo tipo, y de gente de lo mas variada, matrimonios, grupos de amigos, tías, tíos…. A ciertas horas de la noche, parece que él rebaño sólo piensa en tres cosas: beber, drogarse, y follar.Y mientras más pasta y más aparenten, peor.
¿Dónde están todos los sueños y los valores que esa gente perdió? Estoy totalmente de acuerdo contigo.
Espero no verme nunca en el otro lado, al menos, yo sí sé quién soy.
Disfruta de tu tierra y de los tuyos, 1 abrazo enorme.
No nos queda ná… buf…
Ya sé que me repito pero yo quiero mi cabra y pa el monte!!
Soy parca a la hora de cubrir mis necesidades y cada vez mendigo más de las del tipo afectivo que en realidad son las que importan y además son las más costosas de conseguir.
Que bien, que todavía haya gente ( como el taxista y cómo tú) que sean aún conscientes de que las cosas requieren un esfuerzo, o trabajar o estudiar, y que saben que las cosas buenas no siempre están detrás de lo inmediato, que es la sensación que tengo que nos trasmite la sociedad y que está muy calada entre la gente, y sobretodo entre la gente joven.
Y además saber valorar.
El esfuerzo propio y el de los demás.
Primera vez qie te vsito.
Volveré! saludos
Ay.